Maremoto
Qué puedo decir?
Si hasta clamo para que el día apague
que la piel se muerda con la piel
y la luna crezca en mi garganta
líquida, intranquila y llameante.
Ya las paredes andan sudando los tropiezos
ya la lengua se ha pegado a mi pelvis danzando apagones
que solo los dedos encienden.
Hay sed que injerta sed
y es otra sed entretejida a nuestro vientre
como la piedra que flota sobre el agua.
Una respuesta se dibuja sin tiempo
como un beso arrebatado para ser devuelto de sorpresa
o tal vez
como el hambre que con hambre nos calcina
cuando queda un poco más
o el todo se embelesa transparente y distante.
A tientas voy buscando su dedo en mi labio
hoy me he bebido su huella
y su recuerdo va y araña mi lengua
late como dos eclipses
espirales temibles
colgando sus grados entre mis pechos.
Ayer diez luciérnagas abrazaron mi rostro
y al marcharse
una decena de puntos se han injertado en mi cielo
como negros hematomas
ladrones de aliento.
Un maremoto tras el párpado
me ha dejado el mundo a oscuras.
Natacha Batlle
Junio 2013
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